23 de Junio de 2023

El 24 de junio conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia. Aplaudo esta iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas, presidida por el Presidente del septuagésimo sexto período de sesiones de la Asamblea, el Honorable Abdulla Shahid, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Maldivas, para que el liderazgo de las mujeres sea más visible, para reconocer los logros de las mujeres en el ámbito de la diplomacia y para llamar la atención al camino que todavía debemos recorrer para lograr la participación plena e igualitaria de las mujeres en todos los ámbitos de la adopción de decisiones y de la vida política.

Solo cuatro de los 850 delegados que firmaron la Carta de las Naciones Unidas en 1945 eran mujeres. Desde entonces se ha incrementado la representación femenina en la esfera diplomática a escala mundial y también en las Naciones Unidas, pero no con la velocidad o al ritmo que necesitamos. De hecho, con demasiada frecuencia vemos que no hay mujeres en los espacios de decisión.

Uno de los mayores logros de las Naciones Unidas y del multilateralismo fue la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948—liderada por una mujer, Eleanor Roosevelt—con la que todas las naciones reconocían la igualdad de derechos entre hombres y mujeres como un derecho humano fundamental.

En todo el mundo, la diplomacia sigue siendo un bastión de hombres. El poder diplomático que ejercen los dirigentes públicos de mayor rango sigue, en su mayor parte, en manos de los hombres. En las imágenes de los representantes de los países que conforman el G7 y el G20 siguen predominando los hombres. Demasiado a menudo, los paneles constituidos únicamente por hombres son la norma. Las mujeres ocupan los cargos de Jefas de Estado o de Gobierno solo en 28 países; actualmente, hay 16 Jefas de Estado (10,6 por ciento de los países) y 16 Jefas de Gobierno (8,3 por ciento).1 En el ámbito ministerial, la cartera de relaciones exteriores sigue estando desproporcionadamente en manos de hombres, mientras que las mujeres solo la ocupan en el 25 por ciento de estos puestos.2 En cuanto a los parlamentos, las mujeres solo ocupan un 26,5 por ciento de los esca?os.

Esta situación se reproduce en todas las instituciones. Como Organización mundial, debemos hacer mejor las cosas, y ese ha sido llamamiento para nuestro Secretario General en los últimos seis a?os. A día de hoy, hemos logrado avances considerables y hemos demostrado de forma clara todo lo que puede conseguirse con voluntad política, cambio institucional y cultural, y medidas especiales.

Por primera vez en la historia de la Organización, en 2020 se alcanzó la paridad entre todo el personal directivo superior de las Naciones Unidas. También hemos conseguido la plena paridad y logrado mayor diversidad geográfica entre nuestros coordinadores residentes. Las Naciones Unidas va camino de lograr la paridad en todos los niveles de sus entidades y en la Sede en los próximos cinco a?os. Sin embargo, seguimos teniendo dificultades a la hora de lograr una mayor inclusión en el terreno, especialmente en las misiones de paz, en todos los ámbitos. Es ahí donde mantenemos interacciones más frecuentes con las comunidades a las que servimos, donde los países afrontan los retos más difíciles y donde la necesidad de diversidad para reforzar nuestros esfuerzos resulta más esencial que nunca. A ello se debe que ampliemos nuestros esfuerzos y estemos decididos a alcanzar los objetivos que el Secretario General ha marcado para la Organización.

A lo largo de la historia, allí donde han estado presentes las mujeres, su contribución a la política y las relaciones internacionales ha sido esencial. Las negociaciones para la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los procesos de paz de Liberia e Irlanda son ejemplos claros del papel fundamental que han desempe?ado las mujeres para lograr resultados positivos duraderos. La participación y la representación igualitarias de las mujeres en todos los niveles de la adopción de decisiones son primordiales para impulsar los cambios transformadores necesarios para garantizar un futuro sostenible. La participación de las mujeres en los procesos políticos enriquece las iniciativas emprendidas: se adoptan decisiones más inclusivas, se escuchan voces distintas y se crean soluciones. Los gobiernos funcionan mejor,3 la corrupción disminuye y los procesos de paz mejoran.

Sin la contribución de la mitad de la población mundial no podemos desarrollar políticas que funcionen para todos.

En las Naciones Unidas, nosotras, las mujeres que trabajamos en la esfera de la diplomacia, junto con los hombres feministas que nos apoyan, tenemos la oportunidad de impulsar el cambio que necesitamos. Nuestra Agenda Común—la visión del Secretario General sobre el futuro de la cooperación mundial—brinda una oportunidad única para conectar un multilateralismo inclusivo que también incluya voces intergeneracionales. También con este propósito, durante la pandemia de COVID-19 puse en marcha Las mujeres se alzan en solidaridad, una iniciativa para mostrar claramente de qué manera el liderazgo de las mujeres puede cambiar las cosas y cómo unas estructuras de gobernanza más inclusivas y unos espacios de negociación más diversos generan políticas más eficaces y un cambio duradero.

Es necesario que se produzca un cambio para que todos salgamos beneficiados, sobre todo las personas que actualmente están excluidas u olvidadas. Para ello se necesitarán medidas y políticas debidamente equilibradas, dise?adas para apoyar el cumplimiento de los derechos de las mujeres. Hay que romper y eliminar los obstáculos estructurales que impiden la participación igualitaria de las mujeres. 

Cuando finalmente consigamos una representación plena y justa, estaremos más cerca de una sociedad inclusiva, justa y próspera, una sociedad que sea más pacífica, sostenible y equitativa, que refleje nuestros Objetivos de Desarrollo Sostenible compartidos y el futuro que todos deseamos.

 

Notas


1 Datos recopilados de ONU-Mujeres, basados en información facilitada por las Misiones Permanentes ante las Naciones Unidas a 1 de junio de 2023. Los países con sistemas monárquicos están excluidos del recuento de Jefes de Estado. 

2 UIP y ONU-Mujeres, mapa "Mujeres en política. 2023". Disponible en . 

3 Riccardo Pelizzo y Aminu Umar, “A functionalist theory of oversight”, African Politics & Policy, 1, no. 5 (2015), pp. 1-25; Riccardo Pelizzo y Frederick Stapenhurst,&苍产蝉辫;“Parliamentary oversight tools: A comparative analysis” (Londres, Routledge, 2012).

4 En contextos afectados por conflictos, la participación y la representación de las mujeres en la vida pública aportan credibilidad a los procesos y las negociaciones de paz, ya que su presencia e influencia son fundamentales para unificar a las comunidades divididas y movilizar a los agentes para la consolidación de la paz. Fuente: Thomas Carothers, “Democracy Support Strategies: Leading with Women’s Political Empowerment”, artículo, Carnegie Endowment for International Peace, 2016. Disponible en .

 

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