El llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas Ant¨®nio Guterres a prevenir la violencia es oportuno y de vital importancia para que las sociedades armoniosas den lugar a un mundo armonioso. La realidad es que el mundo avanza desenfrenado precisamente en la direcci¨®n opuesta. Antes de aventurarnos por caminos correctivos orientados a impulsar el llamamiento urgente, un an¨¢lisis de las realidades sobre el terreno pone de manifiesto no solo el alcance y la profundidad de las atrocidades, la expoliaci¨®n y la privaci¨®n, sino tambi¨¦n las tendencias que confirman que estas han sobrepasado todos los l¨ªmites humanitarios. Este art¨ªculo se centra en las medidas que permiten vislumbrar la luz al final del t¨²nel.

En la segunda d¨¦cada del siglo XXI, la magnitud de las amenazas para el planeta ha aumentado hasta un punto que antes era inimaginable. Los problemas m¨¢s acuciantes pueden clasificarse por orden de prioridad de la siguiente forma: la proliferaci¨®n nuclear, el deterioro catastr¨®fico de las zonas v¨ªrgenes que quedan en todo el mundo, el crecimiento demogr¨¢fico hasta niveles muy superiores a la capacidad del planeta, las pandemias, el calentamiento de la Tierra y, por ¨²ltimo pero no por ello menos importante, los avances tecnol¨®gicos y gen¨¦ticos que podr¨ªan alterar la propia naturaleza y la existencia independiente de nuestra especie. Todav¨ªa no ha llegado el momento de caer en el desaliento y darnos por vencidos. De hecho, disponemos de respuestas ¡ªiniciativas viables en plazos calculables¡ª que, mediante un esfuerzo enorme, permitir¨ªan?invertir el declive del planeta y ofrecer a las generaciones venideras un poco de esperanza en una existencia que quede lejos de ser un infierno en la Tierra.

Las causas fundamentales de la confusi¨®n mundial

Aunque existen varias causas directas y conexas del deterioro del planeta, los dos factores m¨¢s importantes son el capitalismo de mercado en pleno apogeo y la falta de mecanismos justos de gobernanza mundial que puedan respetar todos los pa¨ªses y pueblos. De cara al futuro cercano, el capitalismo de mercado est¨¢ aqu¨ª para quedarse. En todo el mundo, en pa¨ªses ricos y pobres, el coeficiente de Gini, el indicador que m¨¢s suele usarse para medir la desigualdad, sigue estando para una inmensa mayor¨ªa de poblaciones m¨¢s cerca del cero en el caso de los pobres. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses apenas se est¨¢ produciendo crecimiento inclusivo, lo que acarrea el colapso de la cohesi¨®n social de la sociedad.

En el punto ¨¢lgido de la guerra fr¨ªa, las agujas del reloj del fin del mundo se hab¨ªan acercado mucho a la medianoche e indicaban lo cerca que la humanidad estaba del l¨ªmite. Con la proliferaci¨®n de las Potencias y las armas nucleares, se ha desarrollado una situaci¨®n similar. Siguiendo las tendencias actuales, el mundo ha tomado la v¨ªa lenta hacia la extinci¨®n definitiva de la humanidad y la gran mayor¨ªa de las especies que cohabitan el planeta con el ser humano. Las medidas correctivas que deber¨ªan haberse aplicado hace varios decenios todav¨ªa se debaten sin cesar en los foros mundiales, pero no se llevan a la pr¨¢ctica de forma significativa.

??Cu¨¢l es entonces el cambio de paradigma?

?Aunque posiblemente el mundo haya aplicado mecanismos para mitigar los efectos de las calamidades naturales que azotan a la humanidad, todav¨ªa tiene que hallar formas de afrontar los desastres provocados por las pol¨ªticas de personas poderosas, ya sean autoridades al mando de la situaci¨®n en algunos de los pa¨ªses m¨¢s poderosos o agentes no estatales en la sombra. Las pol¨ªticas actuales de las grandes Potencias no conducen a la paz en el mundo. La continuaci¨®n de estas pol¨ªticas amenaza con desmantelar el orden mundial actual y sumir al mundo en dificultades cada vez mayores, en lo que respecta al ser humano y a la salud del planeta. En tales circunstancias, la cuesti¨®n m¨¢s importante que el mundo tiene ante s¨ª es aplicar mecanismos que puedan controlar la libertad ilimitada de la que disfrutan los dirigentes mundiales, m¨¢s a¨²n cuando no est¨¦n en consonancia con los deseos de la amplia mayor¨ªa de las personas en el mundo, incluida, en muchos casos, la opini¨®n de las personas de aquellos pa¨ªses que hacen alarde de la opini¨®n mundial.

El punto de partida ser¨ªa examinar por qu¨¦ los problemas mundiales m¨¢s acuciantes se encuentran en un estado de incertidumbre, muchos durante varios decenios, cuando existe la necesidad ineludible de que se solucionen inmediatamente. Cabe imaginar que la ausencia m¨¢s llamativa es la estructura de poder desproporcionado, desigual y no representativo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Hoy en d¨ªa, este es el ¨²nico ¨®rgano que, si fuera m¨¢s representativo, podr¨ªa producir un cambio radical en la forma en que se afrontan los problemas mundiales urgentes. Antes de ir m¨¢s lejos, conviene aclarar que aqu¨ª lo importante no es qu¨¦ pa¨ªs o pa¨ªses deber¨ªan incorporarse como miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Se est¨¢ haciendo referencia a la aparente ausencia de representaci¨®n de la poblaci¨®n mundial. A primera vista y sin duda alguna, 193 pa¨ªses son miembros de las Naciones Unidas. Pero ?representan a la poblaci¨®n mundial? Lo cierto es que muchas delegaciones en las Naciones Unidas representan solo a sus Gobiernos, no necesariamente las aspiraciones o inquietudes de los ciudadanos de sus pa¨ªses. En los pa¨ªses donde no hay democracia, tiene representaci¨®n el partido o la camarilla en el poder o la persona que ejerce el control dictatorial. En cuanto a las democracias, de nuevo en este caso, gran parte del pueblo en general no suele tener representaci¨®n. En la mayor¨ªa de los casos, es el Gobierno del momento quien est¨¢ representado. Tal vez ni siquiera el Gobierno, sino a menudo solo el Primer Ministro o el Presidente del pa¨ªs en cuesti¨®n. Por lo tanto, la representaci¨®n de los pueblos de un porcentaje muy alto de la poblaci¨®n mundial est¨¢ ausente.

Los Jefes de Estado m¨¢s importantes presionan para que sus propias agendas se incorporen a las prioridades mundiales sin someterlas a un proceso colegiado de adopci¨®n de decisiones y, la mayor¨ªa de las veces, en contra de los deseos de la poblaci¨®n. Por ejemplo, durante la invasi¨®n del Iraq en 2003, mientras que el resto del mundo observaba consternado, los actores principales eran los Estados Unidos de Am¨¦rica y algunos pa¨ªses europeos. Tomando el caso de los asociados importantes que apoyaban al Presidente de los Estados Unidos en Europa, en especial, el Reino Unido de Gran Breta?a e Irlanda del Norte y Espa?a, se calcula que casi el 80% de los ciudadanos de estos pa¨ªses estaba firmemente en contra de intervenir en el Iraq. Sin embargo, estos dos pa¨ªses y muchos otros siguieron adelante ignorando la voluntad de sus ciudadanos. Sus representantes en las Naciones Unidas fueron elegidos por sus respectivos Primeros Ministros para impulsar sus propias agendas, en lugar de hablar en nombre de los ciudadanos que los hab¨ªan elegido en su pa¨ªs. En el caso de los Estados Unidos, la elecci¨®n de la persona designada por el Presidente George W. Bush para encabezar la delegaci¨®n de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas resultaba totalmente inaceptable para el pueblo estadounidense. La confirmaci¨®n del Senado no se concretaba. El Presidente de los Estados Unidos aprovech¨® un descanso del Congreso para nombrar a su candidato, pasando por alto totalmente la voluntad de los estadounidenses y sus representantes en el Capitolio. Se han citado algunos ejemplos que podr¨ªan repetirse una y otra vez.

El remedio que podr¨ªa transformar el funcionamiento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y posiblemente conducir a que se solucionaran varios problemas mundiales de dif¨ªcil soluci¨®n ser¨ªa la representaci¨®n directa parcial de los ciudadanos. La propuesta de crear un Consejo Mundial de Control Nuclear y Ambiental servir¨ªa para tal fin. Este ¨®rgano, compuesto por cinco miembros en representaci¨®n de la poblaci¨®n mundial, formar¨ªa parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro permanente con derecho de veto al mismo nivel que el derecho de veto de los cinco Estados Miembros permanentes del Consejo de Seguridad. La forma de selecci¨®n de este ¨®rgano para que las mejores mentes encontraran representaci¨®n en el Consejo Mundial de Control Nuclear y Ambiental y su sustituci¨®n peri¨®dica se detalla en el libro Third Millennium Equipoise. Gracias a esta representaci¨®n se habr¨ªa logrado un gran avance para afrontar seriamente problemas como el desarme nuclear, el calentamiento de la Tierra, la destrucci¨®n de h¨¢bitats, la extinci¨®n de especies y el cambio clim¨¢tico con la urgencia que merecen. De este modo, el poder del pueblo podr¨ªa ejercerse directamente en el ¨®rgano de adopci¨®n de decisiones m¨¢s importante del mundo. Los siguientes aspectos complementarios se consideran requisitos para lograr cualquier avance significativo a escala mundial:

  • Disoluci¨®n de las soberan¨ªas nacionales en cuestiones relativas a la salud del planeta y la humanidad. A partir de entonces, el inter¨¦s nacional supremo debe residir en el inter¨¦s supremo del planeta. Evidentemente, tiene que ser aplicable por igual a Estados grandes y peque?os, fuertes y d¨¦biles, sin diferencia alguna. La presencia del Consejo Mundial de Control Nuclear y Ambiental en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas proteger¨¢ el inter¨¦s de los menos influyentes.
  • Negociaci¨®n de protocolos mundiales. Una vez que los pa¨ªses han indicado su adhesi¨®n a tratados mundiales fruto de costosas negociaciones, como el Tratado sobre la No Proliferaci¨®n de las Armas Nucleares, el Tratado de Prohibici¨®n Completa de los Ensayos Nucleares y otros tratados similares, no deber¨ªa existir ninguna cl¨¢usula de exclusi¨®n por motivos de inter¨¦s nacional, porque si siguiera existiendo algo de incertidumbre sobre determinados pa¨ªses, muchos otros podr¨ªan considerar que tambi¨¦n tendr¨ªan que mantener todas sus opciones abiertas y estar preparados para actuar, por as¨ª decirlo. Por ejemplo, el Tratado sobre la Limitaci¨®n de los Sistemas Antimisiles Bal¨ªsticos, firmado entre los Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1972, sigui¨® siendo el eje de la estabilidad militar mundial incluso despu¨¦s de que desapareciera la Uni¨®n Sovi¨¦tica, hasta que fue derogado por el Presidente de los Estados Unidos George W. Bush, lo que abri¨® las compuertas de la militarizaci¨®n del espacio.
  • Declaraci¨®n universal de abstenci¨®n de recurrir en primer t¨¦rmino a las armas nucleares por parte de todas las Potencias nucleares. Aqu¨ª es donde los m¨¢s de 180 pa¨ªses que han renunciado a las armas nucleares pueden ¡ªy deber¨ªan¡ª imponer las condiciones. Es el momento de tomar las decisiones.

    Los d¨ªas contados

El impulso dominante que se extiende por toda la humanidad hoy en d¨ªa es un abrumador deseo de paz. Sin embargo, es la paz lo que elude al mundo. ?No es un contrasentido? Que seamos incapaces de movilizar este sentimiento general por la paz ya no puede servir de excusa, para echar las culpas a los belicistas. Ll¨¢mense como se quiera: el complejo militar-industrial, los grupos de presi¨®n capitalistas, los partidarios del terror o cualquier otro grupo que se incline a hacer o instigar la guerra o sacar provecho de ella. No importa cu¨¢ntos grupos, grandes o peque?os, conocidos o desconocidos, se sumen a esta categor¨ªa, todav¨ªa no ascienden a m¨¢s de una fracci¨®n de un punto porcentual de la poblaci¨®n mundial. Los movimientos, las entidades y, con suerte, los dirigentes que aspiran a la armon¨ªa global deben resolver esta paradoja.

A las grandes econom¨ªas que tratan de alcanzar muy altas tasas de crecimiento no parecen preocuparles las generaciones futuras. El mundo se dirige hacia la destrucci¨®n del planeta aqu¨ª y ahora. China y la India todav¨ªa quieren incrementos del producto interno bruto (PIB) de dos d¨ªgitos, cuando la mayor parte de este crecimiento se sustenta en niveles m¨¢s elevados de consumo energ¨¦tico basado en gran medida en abundantes reservas de carb¨®n, cuya combusti¨®n favorece el calentamiento de la Tierra. De hecho, las consecuencias de un crecimiento muy elevado del PIB en el caso de los pa¨ªses con gran densidad demogr¨¢fica son tales que este elevado crecimiento puede calificarse de obsceno. China, el mayor productor de autom¨®viles del mundo, vio c¨®mo sus ventas de veh¨ªculos de pasajeros aumentaron un 47,5%, es decir, de 5,7 millones de unidades en 2008 a 8,4 millones de unidades en 2009, en solo un a?o. La India registr¨® un incremento del 24,5% en las ventas de autom¨®viles de pasajeros, al pasar de 1,5 millones de unidades en 2009 a alrededor de 1,9 millones de unidades en 2010 en el mercado nacional. Si esta tendencia, alentada por el resto del mundo para que un mayor consumo sustente la econom¨ªa mundial, continuara durante tan solo 10 o 15 a?os m¨¢s, estos dos pa¨ªses, sin ni siquiera contar a los Estados Unidos, el Brasil, Sud¨¢frica y Nigeria, podr¨ªan incinerar el planeta a su abrasador ritmo de crecimiento, con la consiguiente destrucci¨®n ambiental a una escala sin precedentes en el mundo, mucho antes que el pr¨®ximo percance nuclear. Es momento de reflexionar. No es que se est¨¦ acabando el tiempo para adoptar decisiones fundamentales que deber¨ªan estar aplic¨¢ndose; el tiempo ya se ha acabado. La humanidad ahora tiene los d¨ªas contados.

Referencias:

Se puede obtener m¨¢s informaci¨®n sobre Third Millennium Equipoise, en .?